Se ha puesto de moda vestir, a cuando
chamaco culmine un nivel educativo, vestirlo con toga y birrete. En los últimos
veinte años los códigos de vestimenta en el mundo y muy específicamente en
nuestro país, han caído en completo desuso. La vestimenta, que antes denotaba
variables como la edad, el oficio o el nivel cultural se han ido degradando al
uso vulgar de tenis, mezclilla y sudaderas para todo mundo, haciendo sólo
diferenciaciones en marcas y colores.
Las ceremonias de clausura de
cursos, que eran también códigos sociales bien establecidos, se han desmoronado
ante la apabullante avalancha de uniformidad y minimización que vive la
sociedad, en donde todos tienen derecho a todo por igual, excepto por los
precios de eso que es lo mismo, pero más barato (o caro, según el caso). De antaño, en las ceremonias de clausura de cursos se hacían
honores a la bandera, se presentaban unos bailables tradicionales y se
entregaban a los niños que culminaban su educación básica, media o media
superior un papelito de felicitación en un fólder que orgullosos mostraban ante
las cámaras de los papás.
Sus certificados de culminación
de estudios se entregaban posteriormente en un proceso mucho menos vistoso. Sólo
cuando terminabas tus estudios Superiores y recibías un grado, tenías una
ceremonia de graduación, como cuando mandas a hacer unos lentes y los gradúan…
Les ponen grado para que se entienda. El grado de licenciatura, o maestría o lo
en lo que hayas invertido tu tiempo y dinero. En la España del medievo bajo, la
época de don Hernán Cortés para dar un poco de perspectiva y contexto, la
educación Superior te daba el grado de Bachiller.
Una de las Universidades más
prestigiosas de aquellos ayeres era la de Salamanca, de ahí un viejo y muy
atinado refrán que versa: “Lo que natura no da, Salamanca no presta”. Las primeras
Universidades fueron fundadas en la Europa medieval, alrededor del siglo X,
cuando comienza la Edad Media Baja y la iglesia establece su poderío, los
reinos católicos comienzan las primeras guerras santas, las Cruzadas, y la
Nobleza tiene que recibir una educación que les permita tomar decisiones importantes.
Siguiendo el ejemplo de los
romanos, y de Alejandro Magno, quien fue educado como sabemos por Aristóteles, las
primeras Universidades surgen bajo la filosofía de las Artes Liberales (septem
artes liberales, studia liberalia) y el objetivo del conocimiento Universal
a través de 7 materias que se consideraban esenciales para la comprensión del
mundo y el universo (de ahí, Universidad): El Trivium consistía en Retórica,
Gramática y Lógica. En un primer momento de la educación universitaria. Seguido
del Quadrivium: Aritmética, Geometría, Música y Astronomía.
Estas Universidades estaban
localizadas en monasterios, iglesias y abadías que solían estar a cargo de
órdenes como los Dominicos y los Benedictinos. Por lo tanto estos lugares
podían ponerse bastante fríos, y ese factor los llevó a modificar la Toga
romana (de la cual hay al menos una docena de variantes, como: estatus, oficio,
puesto político, etc.) a la Toga académica, muy parecida al hábito de los
sacerdotes, pero más como un albornoz (piensa en una capa Jedi, y eso es un
albornoz, sólo que no está abierto por el frente). Estaban hechas de lana y
permitían que no se notara la diferencia de niveles económicos entre
estudiantes y catedráticos, ya que la Universalidad planteaba una equidad de
circunstancias.
El birrete es un sombrero muy
especial y su forma hace alusión a una tabla que se usa en la construcción para
colocar la mezcla, en inglés se llama mortarboard y viene del latín Birretum
que básicamente significa gorra, pero su forma alude a los maestros de
arquitectura de aquellas épocas, que manejaban a la perfección las 7 artes
liberales, el Trivium y el Quadrivium. Por lo tanto, durante estos primeros
años de las escuelas de artes liberales, o Universidades, básicamente cualquier
a que asistiera a ellas usaba toga, pero sólo los Maestros usaban birrete. De
hecho, la palabra Cátedra viene del griego “silla” donde se sentaban los
maestros a enseñar. Así que, si bien todos usaban toga, el birrete y la silla
eran dados sólo a quienes impartían las materias.
Con el paso de los siglos, las
togas comenzaron a cambiar y se creó todo un sistema de colores para
diferenciar no sólo las diversas universidades sino también las especializaciones,
es decir, las carreras. Ya que para la Ilustración en el siglo XVIII las
Universidades ya tenían una diferenciación de carreras que podía uno estudiar. Todo
aquél que asistiera a una Universidad debía portar una toga, como se había
llevado acabo por siglos, pero ahora el color exterior de la misma, el forro,
líneas en las mangas y el tipo de manga (ancha o estrecha) denotaban nivel y
carrera.
Esto todavía estaba en uso a
principios del siglo XX en 1900 y continúo así hasta los años cuarentas, casi
la mitad del siglo, que se comenzó a cambiar esta tradición y se estipuló que
las togas sólo serían usadas por los Maestros y para los estudiantes cuando
obtuvieran su Grado. Para los años sesenta muchos Maestros dejaron de usar la
toga y el código de vestimenta que tanto había distinguido a la sociedad académica
pasó casi al olvido, quedando sólo como una tradición para aquellos estudiantes
que se graduaban.
Hoy en día, esta prestigiada
tradición a quedado también en el olvido. Su significado es decir, porque la
prenda se sigue usando, indiscriminadamente por cualquier escolapio que culmine
cualquier curso. Los códigos de vestimenta, que se explican en la Semiótica dentro
de los Códigos Pragmáticos, y que incluyen los uniformes entre muchos otros protocolos
importantes, se han erosionado ante una sociedad que ha dejado de lado el
significado de los símbolos.
Ha sido una ganancia para el
desarrollo de las sociedades que discriminaban de formas literalmente evidentes
muchos aspectos que la sociedad moderna considera hoy reprochables.
Lamentablemente estos códigos no han desaparecido, es decir, la discriminación
se sigue dando en forma de calidad, marcas y precios. Antes por lo menos
podíamos distinguirnos por mérito. Hoy cualquier persona sin más mérito que su
poder adquisitivo puede darse el gusto de portar una pieza de ropa de cientos
de años, darle el significado que le plazca y afortunadamente, no pasa nada.
Profe Diego Mendoza
7 de julio, 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario