febrero 02, 2009

Superbowl XLIII

Desde que tengo memoria he visto el football, o como se dice en México: el futbol americano. Tardes donde mi papá, abuelo y tíos se quedaban dormidos en el tercer cuarto frente a una mesita llena de bocadillos. Mientras crecí la cultura norteamericana siempre estuvo presente en mi vida, conviviendo con otras incluida la propia. A mí, sí me causa mucha emoción escuchar el Star Spangled Banner en voz de alguna celebridad y ver pasar los F-15. Los gringos tendrán muchos defectos, pero saben cómo hacer una fiesta y llenarla de sentimiento patriótico. He escuchado miles de comentarios sobre la verosimilitud de este acto de quienes no sienten eso por su propia bandera y no alcanzan a entender un evento como el Superbowl. Fuimos criados para la suntuosidad y respeto sobrio de nuestros eventos patrióticos ya que la "pachanga" no respeta ni iconos, ni personas, ni nada. Sin embargo, el Superbowl (así como un concierto de Kiss) es una fiesta y el patriotismo ahí representado, aún si mediático, es real. Sólo sucede una vez al año y eso le confiere mayor respeto, ya que no se "desgasta", no hay una copa por aquí y otra copa por allá, más el premio de allá. El Vince Lombardi es único y dura todo un año completo.

Este Superbowl pasado ha sido uno de los mejores, cuando pasan cuatro horas y no te das cuenta es porque cada jugada te tiene inmerso en la siguiente estrategia que llevará a tu equipo favorito a esa jugada que le dará el gane, aquí las anotaciones como en todos los deportes ganan, pero no se puede llegar a la anotación sin que cada jugada en el emparrillado cuente, de ahí que sea tan emocionante cada minuto, cada yarda, cara error y cada castigo. Nada es tan exitante como ver una intercepción, Harrison en la yarda 1 corre y se va hasta el otro lado ¡touchdown!, Fitzgerald zafándose los defensivos, corre hasta las diagonales, otra anotación. Y cuando todo parecía ganado para los Cardenales, el pase a Holmes, se estira y con sólo la punta de los dedos de los pies en el campo anota para ganar el partido faltando 35 segundos como en el Superbowl XLII (Patriots VS Giants) cuando Plaxico Burress atrapa el pase ganador también con 35 segundos en el reloj para dar el gane a los Patriotas. El Superbowl es en verdad uno de los eventos más grandes, a veces de los más emocionantes, una de las fiestas deportivas más significativas para los norteamericanos y para aquellos que disfrutamos de dichas expresiones culturales. No me siento gringo, ni mucho menos, pero una parte de mi ser, por pura estructura cultural, entiende (y disfruta) lo que es ser parte del Superbowl.

2 comentarios:

Manu dijo...

Ah, el SB es el momento cumbre de todo un año, lo mejor (o lo malo) es que sólo se llega a el después de una temporada de 4 meses cada año, por lo cual la expectativa y el dulce placer de la espera hacen del Partido de Partidos una chingonería. Esté lo disfruté no sólo por lo cardiaco y fregón del encuentro, vaya, era una de las mejores ofensivas contra la mejor defensiva de la temporada, un duelo esperado, sino también por todos los momentos que me hicieron brincar de emoción o hundirme en el sentimiento de derrota (yo apoyaba moralmente a los Cardinals).

Sólo una aclaración loco, el Super Bowl XLII, Pats vs Giants, lo ganaron estos últimos en esa jugada cuasi milagrosa en la que Eli Manning se zafa de la defensiva Pat y coloca ese pase con 35 segundos en el reloj que le dió el triunfo a los de NY. Ni modo, me hiciste recordar la derrota de los Pat's, equipo al que apoyo desde hace ya 14 años.

Luis Alvaz dijo...

No creo que el superbowl sea un evento patriótico en lo más mínimo. Es probable que ese sea el objetivo como tal; sin embargo, es netamente un evento comercial don muchos dividendos. Que incluso la interpretación (emotiva o no) del Star Spangled Banner haya sido un playback da cuenta de ello.