Es poco lo que yo puedo decir excepto parafrasear mal las palabras de uno de mis Maestros, Oscar González Loyo. Les pido por favor vayan a
ESTE LINK y lean la entrada que él hizo en su blog.
La memoria histórica es efectivamente algo que se está perdiendo poco a poco frente a la inmediatés de la Televisión y lo fugaz de los mensajes de celular. Todo es ahora, hoy, en este momento. Hace unos días vi con mucha tristeza a mis alumnos "recordar" algo que había pasado sólo unos minutos antes, a eso ha llegado su memoria "y entonces, cuando yo le dije que me dijera, ella me dijo y yo entonces me reí y le dije que no manchara" (versión editada de la conversación). Y así diariamente, sus pláticas son cosas que les acaban de suceder hace unos momentos y las repiten incansablemente y cada vez más erosionadas. No pueden recordar más allá de unas cuantas horas, lo que también hace imposible que aprendan algo de manera significativa.
Leer la entrada de Oscar me conmovió mucho, ya que en mi casa siempre se ha cultivado la historia, propia y ajena. Desde la ya gastada historia nacional, pasando por la mundial y la historia de familia. Mi padre ha sido uno de los principales promotores de la memoria histórica donde las anécdotas pasan a ser verdaderas narraciones. Yo he intentado dramatizar muchas de estas escribiendo cuentos basados en esas historias, así como otras obras de ficción basadas en experiencias propias y ajenas. Creo firmemente que crecemos cuando nos vemos unidos a través de nuestras historias. Es como dice el Maestro Yoda, la Fuerza es ese lazo que nos une a todos. Vivimos en un mundo separatista e individualista, en parte porque no sabemos escuchar, porque tampoco sabemos ya narrar y eso ha atrofiado nuestra memoria. Hay tanta gente allá afuera cuya plática es de "hace ratito" que socava las fibras de la sociedad. Gracias a Oscar por recordarme tantas cosas, por hacerme sentir más cerca a él, y de su padre a quien estimo de manera especial. Los recuerdo con mucho cariño, ejercitando mi Kunda Kalari.
*En la primer foto, mi padre y yo en la campiña poblana. En la segunda mi madre, hermana y yo en la catedral de Puebla.