enero 05, 2021

Reyes Magos ¿creer o no creer?


 El 5 de enero es un pretexto excelente para reflexionar un poco sobre la diferencia entre creer y saber. Ya que en redes sociales surgen de repente comentarios sobre la existencia de los Reyes Magos, e incluso he visto comentarios de falsa virtuosidad que cuestionan la realeza y la magia como asuntos que deberían ser descartados o descalificados. Tampoco es que nos pongamos en el otro extremo y pequemos de gazmoños. Los Reyes Magos de entrada no se mencionan en ningún libro del antiguo testamento, aparecen brevemente en el evangelio de Mateo. La historia es bien sabida, Herodes mandó matar a todos los niños nacidos en un periodo específico de tiempo en el que una profecía anunciaba el nacimiento del rey de los judíos. Esta profecía provenía de la misma boca de los magos, cuya naturaleza era bastante diferente en la concepción semántica de la palabra.

Los magi eran un grupo de hombres de origen Persa que fungían como personas que llevaban a cabo rituales de nacimiento y muerte. Basaban muchos de sus rituales en la observación de los astros, cosa que aún rige algunas creencias de las personas que leen sus horóscopos. Estos magi tienen su encuentro con Herodes, quien no quiere dejar el poder, y teme que este "rey de los judíos" se lo quite. Así que manda matar a todos los recién nacidos un 28 de diciembre. Fechas que no se mencionan abiertamente en el nuevo testamento, en el evangelio de Mateo. Tampoco se menciona que hayan sido tres, ni su raza ni los animales que montaban. Todos esos elementos dramáticos serían construidos durante la edad media en las representaciones teatrales religiosas, ya que los autos sacramentales (obras dramáticas sagradas) estaban basados en la biblia y en la hagiografía (la historia de los santos).

Así que ya entrados en el canon de los autos sacramentales y con esta mitología que los define para que la tradición oral pueda tomar su lugar en el proceso de evangelización, tenemos tres reyes magos específicos, sus nombres aparecen escritos en un mosaico en Ravena, Italia del siglo VI, pero se sabe que surgieron antes, precisamente para los autos sacramentales. Previo a la edad medieval no se menciona que hayan sido reyes y esta idea nace con las concepciones pictóricas que así los mostraban, ataviados como reyes con regias túnicas y albornoces. Hay que tener en cuenta que durante la edad media la tradición oral impera, que no hay autores de lo que se escribe y que las representaciones teatrales se hacían en lugares públicos frente a personas que quizá no siempre interpretaron adecuadamente lo que se les mostraba. Las probabilidades de que la leyenda fuera cambiando y enriqueciéndose con el paso de los siglos es muy evidente.

La palabra Magi que se torna en mago, toma un cariz fantástico en las mentes del catolicismo español y es muy lógico ver que se vuelve en un tropo que puede fácilmente irse traspolando al contexto social en el que los niños reciban regalos, como alegoría religiosa de esta historia, que ya trasciende las páginas del evangelio de Mateo e incluso de los propios autos sacramentales y se asienta firmemente en costumbres y tradiciones de la población católica latina. Teniendo un origen tan eminentemente social y popular, no nos ha de extrañar que hoy siga adaptándose incluso a hábitos tan heterodoxo como enviarles una carta en un globo, cosa que parece tener más un trasfondo económico que cultural, aunque todo termina siendo siempre parte de la cultura.

Así que, creer o no creer.

Toda la primera parte es una brevísima explicación de lo que sabemos sobre los Reyes Magos. Ahora que ya lo sabemos ¿es posible seguir creyendo? La creencia es un término que no se usa muy comunmente en la filosofía y definitivamente no se usa en epistemología. Recordemos que el estudio del conocimiento y las formas en las que conocemos son esenciales para desarrollar aprendizajes correctos, y efectivamente, lo que se busca es llegar a un conocimiento de la realidad a través de la verdad. Pero la "verdad" no es admitir o exhibir lo que acontece en los hogares la noche del 5 de enero… la verdad es un concepto que se construye a través de premisas. Las premisas son la esencia de la existencia humana. Una premisa es una oración que plantea algo que puede ser o no verdad, por ejemplo: Plutón es un planeta. Es una premisa que según la época en que se investigue, será verdadero o falso.

Sin entrar en demasiados enredos de la lógica formal y la epistemología, la creencia es la actitud que un sujeto tenga frente a la premisa. Es decir, creer no es saber, es suponer, que la premisa es verdadera, o bien falsa. Sabemos que la lógica formal está dedicada a probar y comprobar las premisas y así, hayar la verdad. Pero no es posible andar por la vida cuestionando, y sobre todo, comprobando a través de las operaciones de la lógica si cada premisa con la que vivimos es verdadera. Por eso el pensador español Ortega y Gasset consideraba que la creencia era un estado, un “estar” sin pensar. Plantea que cuando decidimos salir a la calle, no “pensamos” la calle, no nos preguntamos si la calle va a estar ahí cuando abramos la puerta. Ese conocimiento de la calle y el dar por sentado que ahí está y estará es creer. Razón por la cual no tenemos que “aprender” a atarnos las agujetas cada que nos ponemos zapatos. Hay cosas que simplemente son, y están. No sólo en el mundo externo, sino sobre todo, en el mundo interno de la mente.

Los Reyes Magos tienen como concepto, como creencia, es decir, como un “algo” abstracto (y a veces bastante real) bastantes siglos como para que el inconsciente colectivo los tenga presentes sin tener que pensarlos mucho y sobre todo, sin ponerlos a prueba o cuestionarlos. Es sólo a últimas fechas, sobre todo después de la caída del World Trade Center en NY, que la sociedad ha tornado su meditar hacia lo científico y lo racional, porque creíamos que había cosas imposibles. Vaya, no sabíamos que se podía vivir un evento como ese. Nos despertó de un sueño en el que creíamos que podíamos hacerlo todo, pero que no nos podía pasar todo. La actual pandemia de Corona Virus viene a reforzar esta actitud (¿recuerdan que las premisas necesitan de la actitud del sujeto?). Creemos que volteando hacia lo racional (que no necesariamente es científico) estaremos a salvo y podremos encarar mejor lo que venga, porque ahora ya sabemos que lo inimaginable puede venir. Pero, con esa hermosa ironía de que creíamos en lo que no podíamos ver. La Biblia en el antiguo testamento precisamente define la fe como: [...]la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

En fin, los Reyes Magos son muy reales. Son Reyes, porque así se llaman y son Magos porque ese es su epíteto desde hace más de quinientos años. Creemos en ellos porque al igual que tantas cosas que suceden y son, pues ahí están y son evidentes. Te vas a dormir la noche del 5 y el 6 por la mañana ahí está la evidencia de su visita. Y es magia. A veces pareciera que olvidamos que la magia la tiene que hacer alguien, que la magia no se da de la nada, y para citar un científico, a Lavoisier “nada se crea ni se destruye, sólo se transforma” y la voluntad de los seres humanos se proyecta en todo lo que hacemos ¿y no es al final del día mera energía aplicada a la transformación de la realidad? Y qué si hay manipulación de la percepción. Diario vivimos con ella y a niveles más perversos cuando hablamos de noticieros y de mercadotecnia.

Nada me espantaría más que vivir con la verdad científica, dura y racional de ver el mundo tal y como es. De entrada porque las operaciones mentales, lógicas, de estar cual Sócrates cuestionándolo todo para ver si es verdad, serían imposibles. Porque mi moral, mis valores, mi imaginación y mi capacidad creativa morirían si viese el mundo así. Asimov lo entendió, por eso lo plasmó en novelas como el Hombre Bicentenario y Yo Robot. La verdad es que los Reyes Magos son Reyes Magos. La verdad es que sé mucho sobre ellos. Pero sabiéndolo, al final del día, prefiero tomar la decisión consciente de creer en ellos.

D.M.

Enero 5, 2021