junio 18, 2020

De caricaturas y otros monstruos


Homero lo explica de una forma muy sencilla: La tele pide poco y da mucho. Viniendo de un personaje animado, cuya serie de TV comienza con ellos corriendo de donde se encuentran a su casa precisamente para ver la Tele, con múltiples episodios centrados en la crítica de ese medio. Así fue que me cayó el veinte. Homero es acólito de la Televisión y su cultura a través de toda la serie está firmemente asentada en lo que ha observado en ella. Bart es un experto, le explica a Lisa los personajes animados que ella no reconoce porque "no fueron de su época" cuando entre ellos no puede haber más de dos o tres años de diferencia. Ese es el sarcasmo que tuvo en sus épocas doradas cuando el writer's room lo dirigía Conan O'Brien y se centraba en una ácida crítica mediática y social que se hacía increíblemente divertida.
    La ironía es que muchísimos de los expertos simpsonianos quedan como Bart, explicándonos momentos de la serie como si sólo verla fuese suficiente. Lo mismo sucede con el comic book guy, quien se solaza de corregir al actor de TV sobre el programa donde él mismo salió con una pregunta sarcástica, grosera y que demuestra que él es el experto en TV, no quienes la hacen. Este tropo se encuentra durante toda la serie, los expertos de bolsillo, los que todo lo saben sólo porque han visto todos los episodios una y otra vez.
    Pero no es así. Puedes pasar horas frente a la TV y no está dando mucho y pidiéndote poco. Está exigiendo muchísimo, algo increíblemente valioso: Tiempo, y está dando datos inconexos que aparentan cohesión, pero sólo son subtextos de escritores que ha pasado su tiempo leyendo sobre esos tropos que posteriormente exponen y expresan a través de producir esos shows de televisión. Los contenidos de la tele no se auto-explican, nadie puede saber ni aprender nada de la tele sólo viéndola y quienes creen esto son como Homero, Bart y Jeff (tuve que googlear el nombre del comic book guy, porque yo no soy un experto simpsonita aún si vi docenas de episodios).
     La tele sí enseña, pero no enseña nada. Enseña en el sentido de exponerte a los datos, por eso se llaman shows (enseñar), pero no enseña nada, porque no explica nada, por eso no se llaman teach (enseñar). Programas como los simpsons son una genialidad narrativa porque cualquiera los puede ver y pasarse un buen rato, pero también los puedes ver y entender referencias y subtextos filosóficos, sociales, psicológicos que son como cuando uno hace un chiste de Martin Heiddeger y dice "es que finalmente ya lo entendí" (perdón, no quería ponerme tan payaso, pero es muy gracioso).
     Por ello digo que ya me cayó el veinte. Por eso disfrutaba tanto a los Simpsons, porque los vi muy intensamente cuando estaba estudiando Literatura y en ese momento no me daba cuenta que los entendía, más allá de ese hermoso chiste de "traigan la bota" cuando van a castigar a Bart en Australia. Entendí el subtexto de la historia que existió entre Australia y Gran Bretaña, su relación cultural con E.U. y su condición (misma que vivimos nosotros) de estereotipación. Razón por la que disfruto tanto Bob Esponja, y los Teen Titans y me encantaba Mi Compañero de Clase es un Mono, El Campamento de Lazlo,  Clone High y ni se diga Aqua Teen Hunger Force.
       Luego tuvimos shows "intelectuales" como Futurama que sólo tenían referencias nerds y que se volvió una serie hipster que podías platicar en las filas de las convenciones de historietas y en la tienda de cómics. Lo mismo pasa ahora con Rick y Morty, pero ya no es lo mismo. Ya están deliberadamente diseñadas para tener esos tropos y subtextos, y son geniales, de verdad; soy tan nerd que las veo, pero puedo "ver los hilos" y ahí es donde ya no me parecen tan honestas o dicho de una mejor manera, tan cándidas como lo fueron en su momento los simpsons o Un Show Más.
      Creo que al final, la conclusión es que cada quien ve lo que quiere, como quiere, entendiendo lo que quiere (o puede). Que nadie tiene por qué descubrir al mago de Oz detrás de la cortina, porque no todos estamos interesados en saber de qué está hecha la urdimbre cultural de cada show y somos unos fatuos los que aplicamos los motifs y los tropos a una simple caricatura. Pero en esa fatuidad está reposando la triste verdad de que la tele no enseña nada. Que no da montones como dice Homero, que tampoco te quita nada (excepto tiempo), porque cuando era niño la creencia popular era que ver la tele te dañaba el cerebro, te atrasaba mentalmente. Hoy sé que esto es mentira. La tele te llena la cabeza de datos, que no sirven para nada, porque en lugar de enseñarte sólo te muestra. Al final del día para aprender, hay que leer.

junio 01, 2020

Cuarenta y dos.


Este primero de junio de 2020 mi Ser cumple su vuelta 43 al rededor del Sol. El ciclo 42 fue uno muy interesante, ya que ese número, como todos sabemos, es la respuesta por excelencia a la vida, el universo y todo lo demás. En su libro The Hitchhickers Guide To The Galaxy, Douglas Adams plantea que a la computadora Deep Thought (pensamiento profundo) se le hizo la pregunta ¿cuál es el sginificado de la vida, el universo y todo lo demás? La computadora respondió que no podía contestar, pero que podía brindar los planos para una segunda computadora diseñada para resolver la cuestión, y así se creó la supér computadora Deep Thought, que tardó 7 millones y medio de años en arrojar la respuesta. Cuando lo hizo, coincidió con la llegada de los Golgafrinchans a la tierra y el encargo de los Vogons para destruirla pues por ahí quedaría el Paso del Hiperespacio.
El encargado, Gag Halfrunt, decidió destruir la tierra en caso de que no se supiera interpretar la respuesta de la súper computadora de pensamiento profundo, que luego de casi 8 millones de años emitió la respuesta a la vida, el universo y todo lo demás:
42
Así que ahora que ya viví los 42 puedo entonces entender perfectamente los secretos de la vida, el universo y todo lo demás. Uno de estos grandes secretos, que no van a entender, sino hasta que sea el último día de su año 42 (momento en el que escribo esto, obviamente) es que lo más importante para poder vivir es tener una toalla y lo más triste es no tener un pez de Babel para poder entender todos los idiomas del universo. Así es como mi vida este año cobró todo el sentido del mundo, me dí cuenta de tantas cosas que no podría expresarlas sin un pez de Babel que me diera la capacidad de expresar adjetivos, sustantivos pero sobre todo la gramática necesaria para elaborar los conceptos que me han sido revelados ahora que cierro los cuarenta y dos, y comienzo los misteriosos y elusivos cuarenta y tres.
Esa oración por ejemplo tiene tal cantidad de "y'es" que hace pensar que cualquiera de los secretos de la vida el universo y todo lo demás no incluye buenas habilidades de redacción, pero como ya estipulé anteriormente a modo de deslinde de responsabilidades, para eso se requeriría de un pez de Babel, que si no saben qué es, es porque necesitan vivir hasta el último día de su año 42, con éxito (moderado, incluso), sobra decirlo. Quizá si no notan la terrible panoplia de erratas que también acarrea esa última oración es precisamente porque en la última frontera de los 42 no saber redactar apropiadamente es normal, pero sí te das cuenta que lo haces de la forma desbalagada. Así que criterio, sí proporciona.