La ley del Distrito Federal llamada antifumadores (es en realidad la ley de Protección a los no fumadores) ha causado gran revuelo. Mi comentario es el siguiente. Una persona que fuma, es alguien que no se respeta, no puede haber respeto si hay daño. Quien se dañe a sí mismo está cometiendo un acto insensato; un fumador no defenderá el derecho a que los que no fumamos podamos protegernos, de entrada porque si no se respeta no entiende lo que es el respeto a los demás. Sin embargo yo defiendo algo que esta por encima de cualquier ley humana: La Voluntad. No podemos decirle a la gente qué hacer y qué no hacer, ni siquiera si esto implica que dañen su persona. Los fumadores tienen docenas de "razones" para fumar y no importa cuánto se les demuestre que es en su perjuicio, sucio, molesto, sumado al hecho de que es producto de carencias psicológicas, sociales, sentimentales o una mezcla de todas esas, no podemos meternos con su voluntad, aún si es autodestructiva e irrespetuosa. La voluntad es algo que defiendo, los fumadores tienen derecho innegable a dañarse si así lo deciden, la ley les prohibe hacerlo bajo circunstancias muy radicales. Considero que podría mejorar, que podría haber un mejor balance. Finalmente y aunque haya a quien nos molesta mucho, hay lugares como una discoteca, donde se va a dañarse (daño a través de la ingesta de alcohol, la privación del sueño, etc.) y el cigarrillo no debería prohibirse. Las leyes que atenten contra la voluntad y libre desición de la gente no son justas. Debería haber leyes que fortalecieran medidas de toma de conciencia, formativas, no prohibitivas.
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1 comentario:
Yo sé que cuando se trata del cigarro eres muy radical; es decir, tu posición en contra del hecho de fumar.
Yo no fumo, y sí lo he hecho; no me arrepiento de haberlo hecho, y decidí dejar de hacerlo por simple congruencia.
Ambos conocemos a gente que fuma, gente muy respetable que ha decidido fumar. Hay otros que no merecen tanta consideración; sin embargo, es muy acertado tu comentario con respecto a la voluntad y el libre albedrío.
La verdad es que a mí se me hace más molesto el ruido que el humo del cigarrillo. El ruido en exceso (me refiero con ruido a cualquier sonido a amplitudes de más de 100 dB, apróx.) destruye las células auditivas además de otros problemas psico-sociales bastante graves y que nadie toma en cuenta.
Me molesta más el humo que emite un automóvil que el humo de un cigarrillo. Me molesta más que la gente tire basura que el humo del cigarrillo.
No sé si el país esté preparado para una ley tan radical, es como si multaran a la gente por tocar el claxón de su auto por cualquier cosa. Para llegar a una legislación de esta naturaleza, primero se tiene que alentar a la población; sin embargo, me parece que alrededor de esta ley hay gato encerrado, porque curiosamente se discute esto en medio del debate de la reforma energética, mucho más decisiva y compleja, en casi todos los aspectos.
Sólo espero que con esto disminuyan las muertes por enfisema pulmonar, así como otras afecciones respiratorias.
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