Hayao Miyazaki lo hace de nuevo. Si les gustó El Viaje de
Chihiro, si adoraron El Castillo Vagabundo, entonces
Ponyo va a ser inolvidable. El guión está basado en la
historia de
Hans Christian Andersen de la
Sirenita, la versión de
Disney se queda corta cuando uno ve la de
Miyazaki de entrada porque el guión es maravilloso, contando una historia de amor que no es el clásico amor cursi de enamoramiento adolescente que maneja
Disney, aunado a su fórmula de la realeza que sólo pervierte la plebe
mexicana haciendo creer a las niñas comunes que tienen sangre azul y títulos nobiliarios. Esta es la historia de un pequeño niño que vive en una península y que se encuentra con un extraño pez que resulta ser la pequeña
Ponyo, sin necesidad de brujas malas, la magia mezclada con la biología convierte a
Ponyo en algo más, pero esto sólo sucederá con voluntad. Ese mensaje me encantó, ya que el amor debe ser propio, el amor es voluntad y la voluntad se convierte en amor y además, que hay amores más allá de los románticos. Es una hermosa historia llena de aventuras increíbles muy al estilo de
Miyazaki con actos muy bien definidos enmarcados por un diseño de producción
bellísimo y una animación genial. Vale la pena precisamente porque evita la fórmula narrativa típica y eso siempre es fresco. Esta
peli está compitiendo por la nominación a mejor animación para los Premios de la Academia, los
Óscares, y me gustaría verla, junto con
Fantastic Mr.
Fox compitiendo y ganándole a
Up.
Ponyo recibe unos nachos con queso y una coca fría.
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