agosto 12, 2020

Sparkshorts, el declive de un género.

 

Disney Plus puso en su plataforma todos los cortitos de Pixar que se han estado realizando recientemente y los ha llamado Sparkshorts. Recién tuve oportunidad de verlos y mi reacción fue abiertamente de desagrado. Sé que hablar mal de pixar y su contribución a los cortos animados es pintarse una diana en la espalda para ser atacado por miles de fans que son fieles a la casa productora, que por cierto nació en las oficinas de Industrial Light and Magic en los ochenta y que ha producido algunas de las películas animadas más hermosas y geniales de este siglo. Pero estos cortos ya cayeron en una franca fórmula que los norteamericanos llaman “tear-jerker” y que no podemos traducir como “chavacanos” ni como “cursis” sino sencillamente como un producto que está siendo muy condescendiente con una línea narrativa que viene dictando la empresa desde sus comienzos.

El asunto es que las fórmulas tienen su límite y yo siento que ya han alcanzado éste con esta nueva colección de cortos de los cuales el único que a mi parecer sobresale es Kitbull, el cual por cierto ganó un premio Oscar en la entrega del 2019 y me parece muy bien ganado. Los otros cortos presentan cosas muy interesantes, pero aisladas. El primero de la bolita de estambre no contribuye a nada, mostrando una historia ripiosa con un tema increíblemente choteado. Excepto por la animación de la misma bola de estambre y el manejo de  las texturas, que es fantástico (pero no, como argumentaré más adelante).

Otro que fue muy interesante fue el de los robots en el tren. Me pareció muy bien realizada la animación en torno a la expresión de las emociones en personajes que no tienen un rostro humano y su única forma de expresividad está en el uso de párpados a través de las láminas tipo diafrágma de cámara fotográfica. Una vez más vemos el despliegue de texturas e iluminación que son increíbles y que simulan un mundo real y asentado en la física de la gravedad y la iluminación. Por otro lado, la historia que comienza muy bien, termina siendo nuevamente un tropo cansado y reiterativo.

Así son casi todos, pero los dos más tristes son el del niño volador y el de la niña con autismo. Sus mensajes no son ni siquiera una narración, son como un comercial de creación de conciencia de estados, como el autismo, o de metáforas simplonas como “ser diferente” que Stan Lee creó en sus X Men hace más de sesenta años, en personajes que por lo menos son tridimencionales (y no me refiero a la animación) y con narrativas innovadoras y tropos interesantes. Estas dos historias no son historias y si bien los temas que tocan son relevantes, no los estoy minimizando ni mucho menos, considero que si ya estás gastando el dinero en una animación por computadora tan compleja por lo menos tus guiones deberían tener una estructura más enfocada, más dentro de los parámetros narrativos..

Sí, los cortos no necesariamente siguen una estructura diegética, lo sé. Pero estos no llevan a ningún lado, de hecho me parece que se estancan y que su único acierto es crearnos lo que llaman en EU el “awareness” que acá se llama “creación de conciencia” pero que no es una buena interpretación a una acción de darse cuenta y generar una reacción de conocimiento hacia un fenómeno, como por ejemplo, el autismo. Que sí me parece relevante y el único aspecto que es genial de estos cortos. Pero nada más. Luego vienen las texturas, la iluminación y ese diseño tan hermoso de personajes que ya tienen rasgos humanos y de raza, esa es la parte que a mí me causa escalofríos.

Una caricatura es, bajo cierta definición y entendido, una representación con rasgos modificados de un ser humano o un animal. La caricaturización tiene muchos años, pero ve su consolidación en los primeros periódicos del siglo XVIII cuando comenzaron a burlarse de Napoleón, realizando caricaturas de él donde exageraban sus rasgos y le hacían burla. Son una derivación de la parodia y se convirtieron en todo un género periodístico que encontraría su lugar en la historieta con el famoso Yellow Kid. Esas primeras tiras cómicas de finales del siglo XIX presentaban personajes caricaturizados en situaciones estereotípicas, parodiando escenas de la vida cotidiana del país o región donde se realizaban.

Los dibujos realistas no se mezclaban con la caricatura, pero fue dándose este fenómeno en las propias historietas cuando se tornaron un género narrativo muy popular y grandes maestros del dibujo como J.M. Severin en E.U. y José G. Cruz en México comenzaron a dibujar historietas con dibujo no caricaturizado y en situaciones y contextos que ya no eran burlones. Porque el dibujo “artístico” realista no se mezclaba con cartones periodísticos ni con cuentos para niños. Así que cuando veo esos personajes caricaturizados de Pixar, con texturas reales, de piel, cabello y todo el rollo, me da escalofríos. Me parece a mí grotesco. (ver imagen).

Este es el grotesco resultado de convertir a 3D un dibujo

Pero es que pasamos evolutivamente de una cosa a otra sin siquiera pensar, bueno, quienes lo realizan, animadores y productores, jamás pensaron en que cada género tenía por decirlo así su lugar y su estructura. Pero el principio del siglo presente vio su último respiro de “novedad” cuando muchos comenzaron a hacer las cosas, sólo porque se podían, sin pensar si era correcto o bueno. Es lo que le pasó a John Hammond en Jurassic Park y que plantea el doctor Alan Grant. Así tuvimos expresiones mediáticas como Jack Ass, que hacían cosas sólo porque nadie las había hecho antes (que es muy debatible, si vemos los filmes de Buster Keaton y Harold Lloyd)...

Esa espinita de saber qué cosa es cual, de dónde viene, surge, dónde se desarrolla y cuál es su contexto comunicativo, cómo funciona y porqué funciona bien y cuándo deja de funcionar pero sigue funcionando porque nadie se fija, o nadie sabe y si saben no les importa porque le entramos a una idea colectiva de “Ah qué chido” y yo participé de ello, cuando vi Aliens Contra Monstruos ese Real3D me pareció la leche y por un segundo quise ver muchísimas películas así. Hasta que me dí cuenta que ver películas en 3D también es un error, un error hermoso cuando ves Avatar, pero cuando la ves normal es exactamente la misma película. Son creaciones bidimencionales, como las historietas y sus antepasados, la novela y la pintura.

Por esa razón,  a mí, de forma particular esos cortitos de pixar me dan escalofríos. Ver esas caricaturas humanizadas, o esos humanos caricaturizados es increíblemente grotesco, pero no están listos aún para darse cuenta. Razón por la que Peter Jackson fue de los pioneros en un tipo de horros y gore que caricaturizaba las figuras (Bad Taste, Meet The Feebles) y filmes como Ereaserhead de David Lynch, así como Hellraiser y sus Xenobitas. Ojalá no se den cuenta nunca, porque no podrán volver a ver un corto de pixar igual.

Por eso no los recomiendo. Por eso no vería otro corto de pixar a menos que fuera una caricatura animada, con líneas, colores y que parezca una pintura o un dibujo. Por eso siempre hablo pestes de la animación 3D, pero las nuevas generaciones ya ni siquiera saben que antes las películas animadas eran dibujos. Así que sé que seguirán produciéndose como para toda la vida y tendré que simplemente, no verlas.

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